martes, 30 de abril de 2013

Por qué la CIA es un instrumento de las corporaciones multinacionales

La CIA y la élite financiera siempre han compartido objetivos, intereses y backgrounds. Quienes conforman los niveles más altos de Langley han asistido a las mismas universidades, pertenecido a las mismas fraternidades y participado de los mismos clubes que la élite de Wall Street. Por eso es que la comunidad de inteligencia es descrita frecuentemente como una “red de old boys”.


Esta colusión es quizás ilustrada de major manera por la carrera de Allen Welsh Dulles. Dulles era un agente de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), la organización de inteligencia americana de la Segunda Guerra Mundial que precede a la CIA.

También fue socio superior de Sullivan & Cromwell, una firma de abogados conectada con Wall Street que representa a las corporaciones más grandes de Estados Unidos, y un miembro del directorio del Banco J. Henry Schroeder, hogar de inversiones multinacionales. La preocupación por los negocios internacionales de Dulles creó una serie de conflictos de interés cuando encabezó la CIA desde 1953 a 1961.


Cuando Dulles fue escogido para la tarea de organizar lo que hoy se conoce como la Agencia Central de Inteligencia, creó un grupo asesor de una media docena de hombres, todos ellos banqueros de inversión y abogados de Wall Street. Por casualidad, Dulles había tratado de ser instalado como Director de Inteligencia Central (DCI) en 1949, pero cuando el entonces presidente Harry Truman venció al gobernador de New York, Thomas Dewey (Dulles escribía los discursos de Dewey) en la elección de 1948, sus planes quedaron congelados.


Tales conflictos de interés habían existido dentro de la comunidad de inteligencia desde el comienzo. Durante la Segunda Guerra Mundial, la OSS reclutó personal casi exclusivamente desde las universidades elitistas de la nación y directorios corporativos.

El alcance internacional de muchas corporaciones estadounidenses, particularmente aquellas en aseguradores e industrias petrolíferas, los hicieron ideales para el papel de recopilación de inteligencia. La alianza fue redefinida, si es que no formalizada, después de la guerra con la creación de la CIA en 1947.


Durante la Guerra Fría, continuamente, corporaciones estadounidenses proveyeron tapadera, financiamiento secreto, recursos y contactos en el extranjero a agentes de la CIA. La CIA a menudo respondía otorgando contratos de varios millones de dólares a estas corporaciones, entregándoles inmunidad de la prensa invocando la “seguridad nacional”, levantando regímenes títeres pro-estadounidenses, y, cuando era necesario, derrocando gobiernos extranjeros recalcitrantes.

Bajo la dirección de Dulles, existieron dos operaciones importantes llevadas a cabo por la CIA que ilustran perfectamente la misión corporativa de la agencia.

En 1963, trabajando con el MI6 británico, la CIA derrocó al gobierno iraní democráticamente electo de Mohammed Mossadegh, citando como excusa la amenaza del comunismo. Pero tal amenaza no existió. Los soviéticos se habían retirado del país en 1945, y el Partido Comunista de Irán, el Tudeh, era débil y no estaba en posición de llegar al poder.


La verdadera razón del golpe de Estado respaldado por la CIA que tumbó la democracia e instaló al tiránico Shah, era que Mossadegh amenazaba con nacionalizar los recursos petrolíferos de su país. La política ponía en peligro las ganancias de las compañías británicas y estadounidenses del petróleo, pero no representaba prácticamente ninguna amenaza para la seguridad de Estados Unidos.


El derrocamiento del gobierno democráticamente electo de Jacobo Arbenz en Guatemala, en 1954, también fue justificado como una operación anti-comunista. Pero, una vez más, tal amenaza no existía. El gobierno de Arbenz había golpeado fuerte a la United Fruit Company instaurando un programa de reforma de los suelos que pidió la expropiación de porciones de las vasta propiedades de la compañía.

La CIA acusó a Arbenz de comunista, montó un golpe y lo derrocó, instalando al brutal dictador Coronel Castillo Armas. La operación fue considerada un éxito para la CIA y, sin duda alguna, para el directorio de United Fruit – pero demostró ser un desastre para el pueblo guatemalteco, que debería soportar 40 años de guerra civil.

Obviamente, las operaciones corporativas de la CIA no terminaron con la salida de Dulles en 1961.


En 1973, la CIA orquestó un golpe contra el líder democráticamente electo de Chile, Salvador Allende. Éste había afectado a la élite financiera estadounidense al nacionalizar las minas de cobre del país y el sistema de telefonía. La CIA respondió con un golpe que resultó en la muerte de Allende y en la instalación del General Augusto Pinochet como dictador. El reinado de Pinochet duró otros 15 años, durante los cuales el régimen torturó y asesinó a miles de opositores políticos.


En 1987, el jefe de la estación de la CIA en Angola, John Stockwell, dijo que la CIA, desde sus inicios, ha sido responsable de decenas de miles de acciones encubiertas y programas de desestabilización. En aquel entonces, Stockwell estimó que más de 6 millones de personas habían muerto en acciones encubiertas de la CIA. El ex oficial del Departamento de Estado y autor, William Blum, ha llamado a éste el “Holocausto americano”.


No causa sorpresa que esta alianza entre la comunidad de inteligencia y los negocios lleve a tanto daño, mutilación y sangre en otros países. El secretismo que existe bajo el alero de la “seguridad nacional” permitió que la CIA y las corporaciones estadounidenses evitaran ser fiscalizadas, se posicionaran encima de la ley, e incrementaran sus ganancias y poderío.

En resumen, la desestabilización de los llamados “países del Tercer Mundo” proporcionó una arena para las operaciones clandestinas de la Agencia. Florecieron con ello el tráfico de armas y drogas en varias agencias de inteligencia occidentales.

Estos conflictos nada tenían que ver con la seguridad nacional, sin embargo mantuvieron a espías ocupados y enriquecieron a varios contrabandistas de armas. Si millones de inocentes sufrieron y perecieron en una guerra sin sentido, bueno, C’est la guerre. En 1975, Philip Agee, un ex agente de la CIA y autor del libro Inside the Company, uno de los primeros exposés detallados de la Agencia, realizó esta interesante observación:


Para las personas que trabajan en ella, la CIA es conocida como La Compañía. La mentalidad de los Grandes Negocios impregna todo. Los agentes, por ejemplo, son llamados activos. Se dice que el hombre a cargo de la estación en Reino Unido tiene la “cuenta del Reino Unido”…

Las corporaciones multinacionales estadounidenses han edificado intereses colosales en todo el mundo, y puedes apostar… que donde sea encuentres intereses comerciales de Estados Unidos, encontrarás también a la CIA… Las corporaciones multinacionales quieren un status quo pacífico en países donde tienen inversiones, porque eso les da acceso tranquilo a materias primas baratas, trabajo barato y mercados estables para sus bienes finales.

El status quo conviene a los banqueros, porque su dinero queda seguro y se multiplica. Y, por supuesto, el estatus quo conviene a los pequeños grupos gobernantes que la CIA respalda en el extranjero, porque todo lo que ellos quieren es mantenerse en lo alto de la pirámide socioeconómica, y que la mayoría de sus poblaciones queden en el fondo. ¿Pero te das cuenta de lo que significa “estar en el fondo” en la mayoría de los lugares del mundo? Ignorancia, pobreza, a menudo muerte por inanición o enfermedad.


A lo largo de la Guerra Fría, la CIA sirvió a los intereses de la élite financiera inflando artificialmente las estimaciones sobre la fuerza del ejército soviético. Estas estimaciones aseguraron la aprobación de enormes proyectos de ley en el Congreso que aumentaron facultades militares, enriqueciendo así a unas cuentas corporaciones dentro del complejo industrial-militar.

Cuando la Guerra Fría terminó, la CIA se encontró sin adversarios y fue rápida en idear una nueva misión: el espionaje corporativo. El periodista Robert Dreyfuss escribe:


Desde el fin de la Guerra Fría, Washington ha estado ocupado hablando sobre el uso de la CIA para el espionaje económico. Despojado del eufemismo, el espionaje económico simplemente significa que espías estadounidenses tendrán de blanco a compañías extranjeras, como Toyota, Nissan, y Honda, traspasando de forma encubierta secretos comerciales y tecnología a ejecutivos corporativos de Estados Unidos.

Difícilmente, el comportamiento de la CIA es una innovación estadounidense. En realidad, se remonta al menos a la British East India Company y es parte del juego del imperio. Para conocer detalles de cómo se ejecuta el juego, recomendamos los libros Family Secrets de Russ Baker y Confessions of an Economic Hitman de John Perkins.
Mientras la CIA es comúnmente entendida como una agencia de inteligencia, no debemos olvidar el importante rol que ha jugado en operaciones clandestinas que han beneficiado a las élites del poder financiero. Esta acusación se sustenta por los orígenes elitistas de la CIA, sus conexiones bien documentadas con Wall Street y su sórdida historia de asesinatos, golpes de Estado y guerras civiles fomentadas.

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